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"Violencia en la pareja, lo invisiblemente evidente"

Una de las facetas en las que el ser humano tiende a relacionarse y desarrollarse es en las “Relaciones de pareja” ó bien conocido como el “noviazgo”, en esta vivencia se presentan una indeterminable numerología de situaciones tanto gratificantes como desagradables. El día de hoy quisiera hablarles específicamente sobre la “violencia en la pareja”, pero como diría Jack “el destripador”: “Vámonos por partes”.

Antes de conocer y reflexionar acerca de cómo es que se va desarrollando la violencia es importante definirla, Jorge Corsi en su libro “Violencia Familiar” menciona que... “La violencia implica una búsqueda de eliminar los obstáculos que se oponen al propio ejercicio del poder, mediante el control de la relación obtenido a través del uso de la fuerza (ya sea física, psicológica, económica, política…)”. (1)

Bajo esta definición podemos concluir que la violencia es todo aquel ejercicio de poder que busca el sometimiento y abuso hacia la otra persona en cualquier tipo de relación, dicho esto nosotros nos enfocaremos exclusivamente en la violencia hacia la pareja.

Podemos empezar desde la concepción y la apropiación cultural de la palabra “amor”, lo cual en una gran cantidad de las parejas se busca, este concepto viene siendo arropado y aplicado desde miles de años atrás, influenciado por la música, películas románticas, literatura, poesía, novelas, cultura, familia, amigos. La forma en que se demuestra amor y el cómo se busca tiene una relación directa en base a nuestra construcción de sujetos, esta construcción está determinada por las primeras “matrices de aprendizaje” en las que nos desarrollamos, como la familia, la escuela y amigos . Ana Quiroga en uno de sus tantos aportes sobre los Grupos Operativos Pichonianos habla sobre el aprendizaje mencionando que “El aprendizaje tiene una historicidad, con continuidades y discontinuidad. Esto quiere decir que existe una relación no lineal sino dialéctica, entre las formas como aprendimos a respirar, la mamar, la discriminar yo-no yo, la jugar, a trabajar, cómo aprendimos la ciencia, la historia , etcétera”.

Está socialmente determinada el incluye no sólo aspectos conceptuales, sino también emocionales, afectivos y esquemas de acción. Este modelo, construido en nuestra trayectoria de aprendizajes, sintetiza en cada aquí y ahora nuestras potencialidades y nuevos obstáculos.(2)

Siguiendo la línea podemos hablar de que, “la forma en que la persona concibe el amor, sea hombre o mujer, determina en cómo nos relacionamos con nuestra pareja, la cual muchas veces se entiende como una combinación entre romanticismo y violencia; que incluye control, celos y en ocasiones diversos tipos de violencia enmascarados como amor”. (3)

Es entendible más no justificable que en muchas de las relaciones de los últimos tiempos no se identifique las diferentes formas en las que se ejerce violencia hacia la pareja, principalmente debido a que en México particularmente pocas veces se ha hablado, promocionado y prevenido las “relaciones saludables”. En el mismo sentido las relaciones que se desarrollan en la actualidad tienden a vivir continuamente situaciones violentas cubiertas y difuminadas por el “romanticismo”.

Es impresionante y al mismo tiempo preocupante cómo al menos alguien de nuestro círculos más cercanos se puede identificar que viven situaciones de violencia, con ejemplos tan sutiles que he podido escuchar en la consulta clínica:

“¿Si no tiene nada que ocultar, porque no me enseña su celular?”, “¿Si va a una fiesta porque no puedo ir con él (ella)?”, “Mandame tu ubicación si es verdad que estas donde dices”, “Ella no puede trabajar, ella es la mamá, tiene que cuidar a los niños(as)”, “No se porque lloras por esas cosas, eres un(una) exagerada”, “Cambiate de ropa, que verguenza andar asi por la calle”.

Y estoy seguro que podríamos continuar dando miles de ejemplos.

Para quien no está inmiscuido en este tipo de situaciones puede ser sencillo mencionar y dar opiniones: “No se porque no sales de esa relación”, “Que tonto(a) al seguir con esa persona”, “Es tan fácil como cortar la relación”... Ya una vez que se identificó que se vive en una relación donde existe la violencia, podría surgir la pregunta coloquial… “¿Porque si sabes lo que pasa, no cambias?”. Esta pregunta cumple la función de tratar de darle una explicación del porqué es tan complicado y duro el realizar el cambio ya sea dando una dinámica diferente a la relación, o bien terminar, solo por mencionar algunas opciones. Enrique Pichon Riviere hace mención de dos miedos básicos ante la situación del cambio de un sujeto:

“El miedo a la pérdida se manifiesta en las circunstancias de cambio, al abandonar el sujeto lo conocido. Es el sentimiento de quedarse sin lo que se posee, el temor a la pérdida de nuestra estructuración ya lograda. Algo así como la ansiedad ante la pérdida de un status determinado. Por su parte, el miedo al ataque se manifiesta como temor hacia lo desconocido, la ansiedad ante una nueva situación a estructurar. Es el temor al ataque frente a las nuevas condiciones de vida del sujeto”.(4)

Tratemos de ejemplificar ambos miedos, el “miedo a la pérdida” implicaría la dificultad para abandonar cierta “zona de confort” en la que se puede encontrar una persona, por factores emocionales, sociales y/o económicos, el hecho de “perder algo” podría significar una sensación de vacío en la persona, esa sensación al verla posiblemente como una aberración o algo dañino, la persona tiende a preferir no “cambiar” en lugar de pasar por un proceso que puede implicar dificultades pero que al final puede llegar a beneficiar a la persona. El “cambio” está ligado inmediatamente a conocer algo completamente desconocido, es conocer-se en una situación nueva donde la persona podría percibir-se y sentir-se como inexperta y sin herramientas para enfrentar esta nueva situación, con esto nos referimos al “miedo al ataque”. En la consulta y en la cotidianidad podemos escuchar una infinidad de expresiones que tienen relación con este segundo punto, una ansiedad y temor manifiesto en comentarios como: “Llevamos 30 años de casados, no puedo dejar que se termine tan fácilmente”, “Salimos juntos la todos lados, mis amigos son mis amigos, si terminamos que va pasar entre nosotros”. Ambos miedos tienen que ver directamente con la dificultad de cambiar una situación un pensamiento o una conducta, esto relacionado con el tema toma bastante sentido para la pregunta “¿Porque si sabes lo que pasa, no cambias?”, creo que precisamente esa es la respuesta; el miedo a la pérdida y al ataque.

Terminar con el ciclo de Violencia (Tensión, explosión y luna de miel) no es algo sencillo, hay muchos factores y circunstancias que influyen en las decisiones que se toma para seguir o terminar en el mismo ciclo, pero es necesario para poder buscar una... “vida libre de violencia”.

Referencias Bibliográficas:

1.- Jorge C,(1994), Violencia Familiar: Una mirada interdisciplinaria sobre un grave problema social.

2.- Ana P, de Quiroga, Matrices de Aprendizaje. Ficha Ediciones Cinco, 1985.

3.- Artículo “La violencia en el noviazgo”. (2011). SINEMBARGO.MX en: http://www.sinembargo.mx/30-06-2013/659780

4.-Publicado en El Semejante - Año 5 Nro. 23 de febrero de 2006; en La Silla del Coordinador con fecha 17/7/2014 y en 1968 Grupalista: Biblioteca de Psicología Social Pichoniana con fecha 29/4/2015. En:http://www.ronaldowright.com/index.php?option=com_content&view=article&id=73:psicologia-social-y-miedos-basicos&catid=38:psicologia-social&Itemid=69


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